lunes, 14 de marzo de 2011

No pudimos hacer nada

Ése día, hacía ya muchos miles de años, las estrellas se apagaron.
Un día, ya consumido su combustible estelar, agotadas luego de milenios de incandescencia, decidieron finalizar su existencia. Dialogaron, en ese secreto lenguaje que utilizan las estrellas, y decidieron oscurecerse, fundiéndose en uno con la impenetrable oscuridad del espacio. Y así fue. Un último destello, y el universo quedó a oscuras.
Ése día, luego de muchos miles de años de haberse apagado el manto etéreo de los astros, la luz de ese último resplandor llegó por fin al planeta.
Sus habitantes se horrorizaron.
Todo había sucedido tan repentinamente.
No tuvieron tiempo para contemplarlas por última vez.
A decir verdad, nunca pudieron mirarlas realmente. Habían mirado siempre la luz residual de unas estrellas desaparecidas mucho antes.
Tantos poemas dedicados a algo fenecido hacía milenios. Tantos relatos a la luz muerta de un firmamento desaparecido.
Siempre había sido tarde.