jueves, 16 de diciembre de 2010

Muros

Luego de muchas generaciones, el descendiente del antiguo emperador visitó aquellas tierras.
Un hombre, canoso y barbudo, lanzando rocas contra la muralla de un antiguo castillo.
Se acercó a él, y le preguntó qué hacía.
Un mandato de vuestro antepasado al mío -respondió el hombre- Arrojar rocas contra este castillo hasta reducirlo a polvo. Incontables generaciones han pasado. El castillo no se ha derrumbado. Muchas generaciones más pasarán hasta que la tarea sea cumplida.
-Una perseverancia admirable -contestó el emperador, mientras se alejaba- Verdaderamente, esos muros eran resistentes.

Y el hombre quedó allí, arrojando piedras contra el castillo, una tras otra, hasta quién sabe cuándo.

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