lunes, 30 de mayo de 2011

Cruda realidad

Un hombre. Un hombre nacido con la enfermedad de la inmortalidad.

Durante los primeros años, ser inmortal no fue un problema. No envejecía, manteniéndose siempre joven y sano. Disfrutaba la soltura y jovialidad de los años mozos mientras los que habían sido sus compañeros de colegio estaban muertos o agonizantes bajo el paso de las décadas.

A lo largo de su vida conoció a varias personas. Todas, indefectiblemente fallecieron, como estaba escrito que pasara. Él no se preocupó. Sabía que siempre podría conocer más gente.

Así fue, al menos hasta el fin de la vida en el planeta Tierra. Cuando éste colapsó debido a la muerte de su envejecido sol, él quedó flotando en el espacio vacío.

Y allí quedará, navegando el limbo, hasta que el universo acabe, o sea creada más vida, en algún momento de la eternidad. Lo que ocurra primero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario