lunes, 12 de septiembre de 2011

Prueba de personificación N°1

Desde hace miles de millones de años que esperaba allí, bajo ese manto de sólida roca.

Por primera vez luego de tantos milenios, vio la luz. Un esclavo, armado con un tosco pico, la rescataba del lecho rocoso que la había cobijado durante tan largo tiempo. En su rostro se marcaban las huellas de una vida de trabajo duro y emociones mal reprimidas.

En el crisol, el calor ardiente la purificó. Incandescente, fluyó a través de los canales de piedra, hasta el molde que habría de darle forma.

Esperó dos días en el molde. La oscuridad era distinta ahora. No como la oscuridad de la roca. Una oscuridad civilizada. Tomada por los seres humanos, y refinada.

Volvió a ver la luz. Ahora, un hombre de fuerte complexión y venas azuladas en los brazos la martilló ensordecedoramente. Tenía ahora un borde afilado y una punta aguda.

Terminó en un cesto de mimbre, con muchas otras como ella. Otra noche. Esta vez, en una húmeda bodega.

En la mañana, fue atada con presteza en la punta de una vara flexible. La ligadura era firme, y soportaría bien cualquier impacto. La cubrieron luego con un viscoso baño de un líquido pegajoso, que no tardó en secarse con el aire. Olía mal. Como a veneno.

Ruidos confusos. Reconoció el sonar de las trompetas de guerra. Fue tomada rápidamente, reunida junto a muchas otras, y deslizada en una vaina de cuero. Afuera, arreciaba el sonido metálico de la batalla, y los alaridos alarmantes de los caídos.

De pronto, sintió que la izaban. Antes de poder darse cuenta de lo que sucedía -o de lo que sucedería- fue disparada a una velocidad vertiginosa.

Un baño rojo, algo húmedo, sólido, y luego, la vuelta a la luz. Había sido diparada -y clavada- en un pie. Mejor dicho, en un talón.

Un par de pasos del hombre herido, y luego se desplomó.


Siglos más tarde, cuando ya no fuera más que polvo de óxido avejentado por la lima de los años, perdido en el viento y en la memoria, conservaría, estuviera donde estuviese, el recuerdo de que ella había sido la flecha que había matado a Aquiles.

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