lunes, 12 de septiembre de 2011

Lo que no se compra, se alquila

Felicitaciones, ya ganaste -le dijeron- El premio es tuyo. Llevalo a tu casa, y disfrutalo por el resto de tus días. -una pausa- Sino, podés cambiarlo por lo que hay detrás de esta cortina.
-Ni loco -respondió el hombre- Me llevo el millón.
Tomó el maletín y se fue.


Y, detrás de la cortina, la verdadera felicidad siguió esperando por algún arriesgado (o quizás un tonto) que la reclamase. Ya vendría alguno.

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