Felicitaciones, ya ganaste -le dijeron- El premio es tuyo. Llevalo a tu casa, y disfrutalo por el resto de tus días. -una pausa- Sino, podés cambiarlo por lo que hay detrás de esta cortina.
-Ni loco -respondió el hombre- Me llevo el millón.
Tomó el maletín y se fue.
Y, detrás de la cortina, la verdadera felicidad siguió esperando por algún arriesgado (o quizás un tonto) que la reclamase. Ya vendría alguno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario