viernes, 10 de septiembre de 2010

Desahuciado

A través del vidrio cruzado por cristalinos senderos de agua, el hombre miró a la bella mujer que danzaba feliz en medio del estruendoso tráfago de le fiesta. Un pensamiento vagaba lúgubre y desgarrador por su mente.
-Ella ya no es mía.
Con melancolía, observó la hermosa casa de blancas paredes donde la fiesta tenía lugar.
-Ya no tengo las llaves...
Bajó la mirada lentamente y se dispuso a irse y perderse en la lluvia, caminando con paso cansino hacia la oscura noche que parecía ya fundirse con él.

Mientras anteponía, lentamente, un paso al otro, pisando los largos charcos que no percibían su presencia, pensó en lo tonto que había sido al suicidarse aquella vez.

1 comentario:

  1. Preciso...perfecto... de final inesperado...con cierta oscuridad que me remitió al GRAN POE.Me ha conmovido...

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